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miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL BUHO

EL BUHO CUESTION DE FE

Ángel Contreras.


En ciertas leyendas populares, las almas de los difuntos tienen que ver mucho con los sueños de los vivos, que en la mayoría de los casos padecen de insomnio crónico.


Así empezó su relato Aldemar, que afirmaba, con mucha seguridad, que todo sueño se encarna y oculta en algún objeto material o emocional. Afirmaba también que el objeto que era material en el sueño, en algunos casos y por mera casualidad se asociaba con algo existente en la vida real, ya que en la mayor parte de las situaciones los objetos visualizados en el sueño no pasan de ser sensaciones..

Esa es la razón por la que el que vive el sueño jamás puede convencer a otros de la veracidad de los hechos vividos en la ensoñación, en razón a que los objetos del sueño jamás, o casi nunca los pueden encontrar fisicamente. Por lo que se tienen que conformar con relatar los hechos como simples anecdótas y esperar a que lo miren y no lo encuadren, cuando le va bien, como un mitomano de buenos modales.

Era de aquellos que al querer suspender la fuerza de los sentidos y detener todo movimiento voluntario, buscando dormir, desde su interior sentía que una fuerza superior a su voluntad dominaba su mente y le impedia conciliar el sueño, convirtiéndose entonces en un insomne casi rutinario.

Hablaba Aldemar de todo esto para crear ambiente favorable y así relatar con alguna tranquilidad la vivencia que experimentó en una de esas noches de desvelo, cuando en un momento de tranquilidad siquica logró el remanso emocional para alcanzar conciliar el sueño y dormir plácidamente..

Dice Aldemar que en un momento de su vida se encontró participando en una congregación dende concurrian muchas personas que no alcanzaba a identificar una a una, que las veía estando él ubicado en un mezzanine, que en uno de sus pasajes él dirigió la mirada hacia una puerta ancha desde donde una figura humana, delgada y de estatura considerable le llamaba agitando su brazo derecho, contó que él se sintió atraído por el llamado y que fué en busca de los escalones que lo llevarían al primer piso y luego a la puerta donde aún veía a la figura vestida con túnica blanca llamándolo con el movimiento de su brazo derecho.

Cuenta también que al llegar a la escalera, vió un sendero amplio, que de un momento a otro se redujo quedando reducido a un espacio donde difícilmente cabia una persona muy delgada, el sueño avanzó y él se vió en un momento imprevisto a una corta distancia de la figura de túnica blanca que empezó a avanzar mirándolo ocasionalmente, pero siempre llamándolo para que le siguiera.

Insiste Aldemar en que la figura avanzaba por momentos a una velocidad considerable pofr entre el tráfico de vehículos de toda especie, y en pasajes se veía caminando por terrenos destapados y accidentados sin concurrencia humana, y en otros pasajes del sueño atravesaba por plazas y edificios concurridos por muchas personas y así transcurrió un tiempo más hasta que la figura vestida de blanco desapareció y él despertó. Afirma que lña visión lo dejó tan marcado que aún después de mucho tiempo, recuerda hasta en sus mínimos detalles la visión somática..

Estaba yo enfermo, permanecía en pie toda la noche, me acostaba por la mañana y dormía durante el día. Queria soltar el periódico que se me antojaba tener entre las manos. Una voz me decía: "Ya es hora de apagar la lámpara e ir en busca del sueño", y no veía a mi alrededor mas que una oscuridad que no era tan descansada para mis ojos, como para mi espíritu,

Apoyaba mis mejillas contra la almohada, Volvía a encender por un instante para ver mi reloj, todavia no era media noche. En ese momento la raya de luz que brillaba bajo la puerta desaparecia. Apagaba y volvía a quedarme dormido. Una mujer nacia de una mala postura de mi pierna, mi cuerpo quería unirse a ella y me despertaba. Aún tenia la mejilla caliente por sus besos, el cuerpo derrengado por el peso de su cuerpo. Poco a poco se desvanecia el recuerdo y olvidaba la muchacha del sueño.

Así discurria mi tiempo, y acudian a mi memoria recuerdo de lecturas pasadas que acogia como testimonios para respaldo de mi angustia. Recuerdo este diálogo:

"Esto le decía Curzio Malaparte a Voltaire, "sigo convencido de que los ángeles, que sus andanzas entre nosotros, no son una cosa tan rara como alguien puede suponer" Me contaron que durante la guerra, allá en el año 1917, en un hospital de Londres, un oficial inglés que resultó herido en Palestina, en la batalla por la conquista de Jerusalen, precisamente, recibía cada noche la visita de un jovencito de rostro pálido y verdaderamente luminoso. Aquellas extraordinarios apariciones fueron tenidas por un simple sueño, por un puro delirio. Y nadie de cuantos tuvieron noticias de tal hecho quisieron concederle crédito."

-Hace algunos años, leí yo una historia algo similar, a esa que acaba usted de relatarme. Pero si en la suya el ángel ciudaba a unoficial inglés herido, en la mia fue todo un profeta quien resucitó a un niño muerto. Fue llamado por la Sunamita a la que acababa de morir un hijo. Eliseo entró en la estancia donde el cadáver se hallaba tendido, cerró por dentro la puerta de la habitación, se inclinó sobre el muertecito y puso su boca sobre la del niño, de vez en cuando, descendia el alto techo y daba paseos por la habitación. Volvía otra vez a abrazarse sobre el niño, boca conta boca, hasta que así, en una de las ocasiones el infante recobró la vida.

Sentía que mi espíritu aún iba un poco más allá, no estaba del todo repleto por ella.Sentia cómo mi mirada llevaba en la niña de mis ojos, a modo de simples reflejos hermosas colinas abombadas que se alzaban como senos a ambos lados del río. Todo eso se detenia en mí, yo era más que eso, yo no podia morir.
dentro de muy poco en ésta página aparecerán otros textos de diferente género literario. Es sólo esperar a que la página tnga una mayor difusión a la espera de la participación de nuevos colaboradores de El Búho.
Gracias por su comprensión y colaboración.
Ángel Loaiza