Bienvenidos al Búho Lee

jueves, 19 de julio de 2012

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Actualización No. 20. viernes 20 de julio del 2012

   SALUDO A LOS VISITANTES

Uno de los medios para alcanzar la identidad cultural, es la escritura. Ya está en circulación la edición No 63 de EL BÚHO lee y escribe.

En ésta ocasión, además de el saludo, encontrará la transcripción del poema de Pablo Neruda, REGRESO; la invitación a la conferencia de don Hernando Benavides Parra acerca de la exploción del 7 de agosto de 1.956. El fantasma de Pichinde y una reseña de Antón Chejov.

Le invito a que adquiera la edición 63 en cualquiera de los siguiente puntos de venta
Revisterias de, Guillermo Cely y de José H Burgos, parque de la caleñidad, antigua plazoleta de avianca, junto al puente peatonal.
Revisteria Disneylandia, Calle 12 con carrera 5a.
Revisteria Cely.-Carrera 5a. frente al 12-16
Libreria las Mellizas.- Calle 11 No. 3-67
Revisteria Stiven.-Calle 8a carrera 5a.
Copicentro siglo XXI.- Carrera 6a No. 6-25
Centro  Copiado.- Carrea 6a. No.7-30
Papeleria Asies.-Calle 7a. No. 27-15
Revisteria Manolo.- Avenida Rooselvelt 43-98

EL BÚHO y los POEMAS

REGRESO  de  PABLO NERUDA

Amor mío, en el mar navegamos de vuelta a la raza,
a la herencia, al volcán y al recinto, al idioma dormido
que se nos salía por la cabellera en las tierras ajenas:
el mar palpitaba como una nodriza repleta:
los senos atlánticos sostienen el mínimo barco de los pasajeros
y apenas sonríen los desconocidos bebiendo substancias heladas,
trombones y misas y máscaras, comidas rituales, rumores
cada uno se amarra a su olvido con su predilecta cadena
y los entresíes del disimulado de oreja furtiva
la cesta de hierro nos lleva palpitando y cortando el océano.

    LA ACTIVIDAD CULTURAL

EL SIETE DE AGOSTO DE 1.956

El martes 31 de julio a las 6.30 PM., en el auditorio No 1 de la BIBLIOTECA DEPARTAMENTAL,Don hernando Benavides Parra hablará sobre la explosión en Cali, el 7 de agosto de 1.956, sus recuerdos y consecuencias.

Asista, está  invitado, la entrada es libre.

   EL BÚHO Y LA NARRATIVA

   A escasos 19 kilómetros de la ciudad de Cali, hay un caserio llamado Pichindé, sitio de veraneo que escogen los caleños durante los meses de julio y agosto de cada año.
   Es una bella región, con sólo 18 grados de temperatura y está rodeada de hermosos collados, y el río que le da su nombre desciende proceloso entre rocas y breñas profundas.Se sube a la región a través de la carretera de Yanaconas. Este es otro caserio mas cercano a Cali, separado de Pichindé, apenas cinco kilómetros. Sobre el poblado de Yanaconas se sabe que fue poblado por los indios que llegaron del Perú con Belácazar y un fraile doctrinero logró hacer que se construyera la iglesia y se intronizara la imagen de la Virgen Maria, que él había traido desde Quito y cuyos ojos eran veredaderas esmeraldas de gran tamaño. A la Virgen se le conoció por aquel entonces como Nuestra Señora de los Andes. Muchos años después y en el presente siglo, los Hermanos Maristas construyeron un colegio, con el nombre "Nuestra Señora de los Andes" y correspondió a don José Prati fundir en ferroconcreto la imagen de la virgen.

   En cierta ocasión, un hijo del maestro Rufino Castillo le preguntó a su padre, por qué la virgen tenía huecos en vez de ojos, y él le respondió que un ladrón de joyas los había robado, pues eran dos hermosas esmeraldas. Esto lo dijo el músico en son  de broma, pero intuitivamente hablaba la verdad; mas no se trataba de la imagen de cemento, sino de otra, la que había traído el fraile desde Quito, para venerarla en la iglesia de Pichindé, cuya historia se remonta al año de 1689.

   Cierto día llegó a la región un cura de hermosa estampa, blanco, alto y de cabellos negros. Hablaba un poco trabado y decía ser escultor. Tras de ganarse la confianza de los fieles cristianos de Pichindé, oficiando la Santa Misa y sermoneando por aquí y por allá, un día apareció muerto en la iglesia, aplastado por la imagen de la Virgen, cuyos ojos verden habían desaparecido. Las viejas beatas dijeron por aquel entonces que los había perdido de tanto llorar. Pero no se encontrarón las dos esmeraldas, aunque alguien dijo que los había enterrrado el supuesto religioso en una estancia que desde entonces llamose "Las Esmeraldas".

   Haciendo investigaciones en la Arquidiócesis de Cali, no figura sacerdote alguno destinado a esa parroquia, por lo que se colige que no era sacerdote sino simplemente un ladrón de joyas, venido, sábelo Dios de dónde.

   Pero un hecho curioso empezó a manifestarse por los lados de Peñasblancas: A eso de la Oración, y a la vera del camino que conduce a Pichindé, aparece el fantasma que asusta a los veraneantes, y es un hombre, casi joven, muy bien vestido, con gafas oscuras. Quienes tratan de recogerlo por desconocer el espanto, se llevan tamaño susto, pues éste desaparece en el acto. Así se ha popularizado en la región, el "Fantasma de Pichindé"

Apunte tomado del Libro TRADICIONES DE CALI, de Raúl Silva Holguin.