CRÓNICAS domingo 21 de agosto del 2016
CRÓNICAS EN DESORDEN
Esa
situación indujo al franciscano Alonso de Molina recurriera a un vocabulario
hispano-azteca escrito en un gran libro, lo que hizo que Pedro Arenas
escribiera su diccionario con el que Arenas le daba rienda suelta a los
diálogos entre vecinos.
El libro de Arenas se publicó en 1611 y no
se equivocó porque el libro fue un gran éxito, que doscientos cincuenta años
después, en la segunda mitad del siglo XIX se seguía editando.
Es de considerar cuantas americanas
sirvieron para el oficio de intérpretes. Y lo bien que lo hicieron.
La intérprete fue muy útil, no sólo por eso
que usted está imaginando, sino porque sabía hacer tortitas de maíz y
administrar la casa.
Fray Bartolomé de las Casas se hacía
acompañar de la india doña María…, para evangelizar, solamente…