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domingo, 8 de noviembre de 2015

RECUENTO DE UN LIBRO. EL LIBRO DE LOS PLACERES PROHIBIDOS

LA GACETA DE EL BÚHO   domingo 8 de noviembre del 2015


                                               RECUENTO DE UN LIBRO.

                                EL LIBRO DE LOS PLACERES PROHIBIDOS
                                               
                                                     De Federico Aldahazi

                                                Resumen: Ángel Contreras

                                                    LAS NOVICIAS      1-9


     Cercana a la catedral se alzaba la casa de las “Adoradoras de Pandora” Era un edificio de tres niveles, pero no propiamente un monasterio y estaba habitada por un selecto grupo de novicias que brindaban solaz a los visitantes masculinos.
     Durante el día, el entorno que rodeaba la casa era de una febril artesanía. Pero cuando empezaba a caer el día, los alrededores volvían a su estado de discreto bullicio y actividad impredecible.
      Las novicias eran dueñas de un sensual recato, tanto, que el personal masculino de la casa guardaba, en secreto, del deseo de participar activamente con alguna o algunas de las novicias.
     Esa sensualidad era el secreto de la singular casa. Su principal atractivo

                                          LAS NOVICIAS      2-9


     Una seguidilla de hechos sorprendentes irrumpió en la casa de las adoradoras. Aquella noche el miedo era tan denso como la niebla que caía sobre la ciudad, era un ave de mal agüero. Lo único que deseaban las novicias era encerrarse en sus habitaciones para entregarse a morfeo.
     Una de ellas, la más antigua, dio la noche por concluida, echó cerrojo a la puerta de su habitación. Se asomó por la ventana; vio que la calle estaba vacía, cerró las celosías, puso el grueso pasador y sentada al borde de la cama se quitó la ropa.

     Humedeció un paño de algodón con agua de rosas y frotó su cuerpo con movimientos lentos. Tenía el cuerpo escultural de las cariátides griegas: piernas torneadas, caderas generosas y pezones desafiantes. Aquella intima ablución le traía algo de la calma que había perdido desde que cayó la noche con su bruma oscura.