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martes, 23 de agosto de 2016

CRÓNICAS martes 23 de agosto del 2016

  CRÓNICAS   martes 23 de agosto del 2016                                           



                                            CRÓNICAS EN DESORDEN


   En 1789 Carlos III ya había dado órdenes para la enseñanza efectiva del español en América.
   Son vastas masas de nativos que no saben nada de español y muchos monjes que saben el español y que dominan perfectamente las lenguas nativas  en la remota Nookta al pie de Alaska que al capitán mallorquín Juan Pérez la había bautizado como San Lorenzo y puesto allí para el comercio de pieles.
   Lo que el navegante dedujo fue que, salvo en los grandes centros urbanos donde era corriente el español, el Imperio no tenía lengua común. El número abrumador de naturales, la costumbre de muchos españoles de indianizar o de aprender las lenguas indígenas, o la práctica misionera de predicar a cada cual en su lengua y la despoblación de grandes áreas de territorios no eran las mejores aliadas para una comunidad lingüística. Sucedía esto muy a finales del siglo XVIII.